Se me ocurrieron dos ideas pero entregué el boceto de una. Fue aprobado. Hice el dibujo, lo entregué, y lo publicaron.
Días después, esa idea, la otra, la que no era siquiera un boceto, se hizo presente nuevamente cuando vi la foto que me había inspirado. Recuerdo que la primera vez que vi la imagen en la tele, inmediatamente me remitió al famoso cuadro de Edvard Munch.
Finalmente la dibujé.

Fue terapéutico; podría haberme causado un tumor en el codo.
La foto también me recordó esto otro.